Schopenhauer, filósofo mundano
Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía
Rüdiger Safranski.
Tusquets Editores, Barcelona, 2008.
Rüdiger Safranski es un filósofo alemán, con valor propio, pero que destaca especialmente por las magníficas biografías que consigue componer: exposición narrativa completa, exacta densidad conceptual y bella gracia expositiva. Acaba de editarse en español este hermoso libro escrito hace veinte años.
Schopenhauer es apreciado, todavía hoy, más por cierto lector culto que por el mundo universitario. ¿Por qué no prosperó académicamente en su tiempo?: el «locus» mitológico de la filosofía oficial estaba ya ocupado por la presencia de Hegel, que venía a ser henchido por Fichte y Schelling. Después vendría Marx con otra cantinela.
En este drama de ideas entra en escena Schopenhauer, en tiempos saturados, en los «años salvajes de la filosofía» y tuvo la osadía de enfrentarse al mitologema triunfante, llevado por su temperamento polémico y porque «no supo disimular que él estaba seguro de poseer el sistema de pensamiento verdadero». Quiso rivalizar con Hegel, en la mismísima Universidad de Berlín, donde la juventud llenaba su aula embobada por la exacta justificación racional de aquel mundo que aparentemente era tan mudable, imprevisible e irracional.
Tuvo que esperar el autor de «El mundo como voluntad y representación» al final de su vida, en los años cincuenta del siglo XIX, para que de manera un tanto accidental, con una obra lateral, «Parerga y Paralipomena» (esto es: «Sobras y textos complementarios»), se hiciera popular. Pero en los «Parerga» enlaza con la pasión mundana por la filosofía, porque entre sus capítulos figuran los «Aforismos sobre la sabiduría de vivir». El público común siempre está receptivo a que se le hable sobre los recovecos del alma, sobre las trampas de la vida, sobre la importancia del sexo y sobre cómo ha de obrarse para sufrir menos.
Tras las modas del momento por las que fue pasando el siglo XIX, quedaba para el tribunal de la tradición académica de tiempos posteriores dar el beneplácito a la razón histórica omnicomprensiva hegeliana o más bien conceder el aplauso a la voluntad meta-racional que se halla en el trasfondo de todo proceso natural. ¿Razón o Voluntad?
Pero a la filosofía no se entra por una sola puerta. Son muchos umbrales los que hay que atravesar cuando no se permanece anclado en el saber mito-religioso de un solo libro. Pasado un tiempo, cuando las modas académicas se han ido asentando y han ido ocupando su lugar natural en la tectónica del saber, siempre cabe valorar la impronta del peso de las cosas, los éxitos editoriales y el impacto en la avidez del público.
Algunos filósofos forman escuela seguida por muchos o pocos durante un tiempo, escolásticamente, y otros son admirados por muchos en desorden y sin escuela. Éste es el caso de Schopenhauer, aunque si quienes le siguen son Nietzsche, Freud o Becket el impacto disperso va mudándose en otra cosa.
Es verdad que si en la historia de la filosofía todos han de ser queridos, las contribuciones mayores y las menores, en una determinada filosofía de la historia habrá que establecer las jerarquías de lo principal y de lo secundario. Cabe discutir si Schopenhauer despunta entre los mejores académicamente hablando, pero sí se tiene toda la impresión de estar ante uno de los gigantes de la filosofía mundana de todos los tiempos.
La biografía que R. Safransky nos presenta en este «Schopenhauer», libro excelente en todos los aspectos, es mucho más que un repaso a su vida, es una reconstrucción bien ponderada y escandida de su devenir personal a la vez que hace comprensible su obra y pensamiento. Pero al mismo tiempo, de ahí lo voluminoso de la biografía, consigue reconstruir con rico detalle el contexto de la Europa convulsa y del mundo en que vivió el atormentado y orgulloso Arthur, que tuvo que asumir definitivamente la vida retirada de un rentista cuando no pudo prosperar su intención de convertirse en célebre profesor.
SSC
18 de diciembre de 2008
Publicado en: «Schopenhauer, filósofo mundano». La Nueva España, Suplemento Cultura nº 825, pág. 3, Oviedo, jueves, 18 de diciembre de 2008.