La penúltima etapa de la filosofía francesa: Alain Badiou
La filosofía, otra vez
Alain Badiou
Madrid, Errata naturae editores, 2010.
Alain Badiou (1937) se ha considerado a sí mismo el último representante de la filosofía francesa del siglo XX. Su difícil y sorprendente pensamiento se vuelve más fácil e inteligible en «La Filosofía, otra vez».
En «El ser y el acontecimiento» (1988) y en «Lógicas de los mundos» (2006) (sus dos más potentes aportaciones ontológicas) ponía muy arduo el camino para acceder a los sentidos que allí se delineaban, pero, precisamente, para despejar los obstáculos, en esta nueva publicación podrá hallarse una introducción de su anclaje filosófico y de sus motivaciones principales.
«La Filosofía, otra vez» reúne seis artículos (algunos son conferencias), que edita, prologa y traduce Leandro García Ponzo. Se trata con esta edición de clarificar el estado de la filosofía actual: el común denominador de sus seis capítulos.
En las últimas veinte páginas (en «La confesión del filósofo») Badiou nos desvela sus influencias filosóficas pero también las vitales, existenciales y hasta podría decirse psicoanalíticas. Influido por su padre (matemático) y por su madre (lingüista), crecido en el ambiente de la resistencia francesa y del espíritu mayo-sesentaiochista, se convierte en un escritor de novelas y en un activista de izquierdas, que construye su filosofía desde una juventud marcada por la huella directa de Sartre, Lacan y Althusser y también por aquellos autores que asimilados de un modo u otro van a ir formando parte de su sistema de ideas: Platón y Hegel, entre los clásicos, pero además, con la impronta de las matemáticas de Cantor, de la política de Mao, de los relatos de Beckett, de los colores de Cézanne o de la música de Wagner, entre otras múltiples influencias. Se trata, por tanto, de una filosofía construida desde plurales y heterogéneos registros y no exclusivamente desde el ortodoxo y académico pensamiento filosófico.
En «El deseo de filosofía y el mundo contemporáneo» (primer capítulo) y en «Los aventureros del concepto. Panorama de la filosofía francesa contemporánea» (tercer capítulo), artículo aparecido en español con alguna variante en la «Revista de Filosofía Eikasía» (marzo, 2006), Badiou ejerce de historiador de la filosofía del siglo XX y se piensa a sí mismo en este contexto.
Distingue tres corrientes principales en el siglo XX: la hermenéutica, la analítica y la postmoderna y señala lo que tienen todas ellas en común: primero, que el lenguaje (donde se desvela el sentido) es el sitio crucial del pensamiento y, segundo, el propósito de sustituir la idea de verdad por la de la pluralidad de sentidos. Pero la filosofía de Alain Badiou pretende derivar estas dos evidencias de nuestro tiempo, tan aparentes, hacia un derrotero más crítico y más comprometido con una praxis transformadora. La filosofía no puede renunciar a la verdad, si bien ahora no será aquella monista verdad del Ser sino la verdad pluralista del acontecimiento dentro de una estructura de lo real concebida matemáticamente. Cuatro son los horizontes hacia donde puede moverse la verdad buscada por la filosofía: el matema, el poema, la política y el amor, porque son necesarios el ordenamiento lógico (contra el relativismo sin fin), la defensa de rasgos universales (contra la pulverización del fluir de la dispersa mercancía), la revuelta (contra las inercias y el despotismo político) y el riesgo (contra la paralizante obsesión por la seguridad).
Badiou se sitúa también a sí mismo en el mapa de la producción filosófica francesa contemporánea. La apuesta por una filosofía de la vida (en Bergson) y la defensa de una filosofía más formal interesada en el concepto (en Brunschvicg) eran a principios del siglo XX dos direcciones irreconciliables en Francia, pero la generación de autores que discurre de Sartre a Badiou (él sería el último de esa corriente), pasando por Bachelard, Merleau-Ponty, Lévi-Strauss, Althusser, Lacan, Foucault, Derrida y Deleuze, va a coincidir en un mismo proyecto filosófico: todos conceden una importancia central a «la cuestión del sujeto», como lugar donde el concepto y la vida pueden articularse. Desde ese eje, la filosofía francesa contemporánea aproxima entre sí muy sutilmente la creación cientifica y la artística, se despliega como una praxis de activismo político, reencuentra el estilo de los «philosophes» (Voltaire, Rousseau y Diderot) donde el lenguaje filosófico busca la fuerza de la estética literaria y pretende discurrir a través de un camino sin fin en el que los conceptos no se dejen atrapar unilateralmente ni por la vida ni por las formas, sino, más bien, por una profunda dialéctica de ambas, donde actúe el gesto continuo de la creación y se active la crítica de los mitos del presente, del nuestro en concreto: arrancando de nuestras almas el sentimentalismo democrático, pues cuando la democracia se toma como fetiche se está anunciando ya nuestro inmediato negro futuro.
Pero ¿por qué el penúltimo y no el último de los filósofos franceses?: porque, creo yo, detrás del último ya se han producido siempre otros acontecimientos: hay siempre un nuevo último, un abocado a penúltimo, como por ejemplo Slavoj Zizek, Marc Richir (a quien tendremos en octubre de 2010 en Asturias) y otros en trance de florecer.
SSC
18 de junio de 2010
Publicado en: «La penúltima etapa de la filosofía francesa: Alain Badiou. Para entender al filósofo que cierra toda una época», La Nueva España, Suplemento Cultura nº 886, pág. 3, Oviedo, viernes, 18 de junio de 2010.