T

 

 

 

I.                  Identidad y alteridad.

Educación racional y afectivo-emocional.

 

La igualdad entre varones y mujeres.

 

LA INTERDEPENDENCIA

 

 

 

Actividad inicial: Ejercicio 1. EDUCACIÓN ÉTICO-CÍVICA

 

1. Lee el siguiente texto y responde a las cuestiones:

 

 

 

Los derechos del cuerpo:

 

«El dolor de muelas que siento es mío. Lo que he de superar yo depende de mi esfuerzo y nadie puede ocupar mi lugar. ¿Es posible, entonces, que alguien ponga en duda que yo soy dueño de mí mismo? ¿Es posible que alguien defienda que mi cuerpo no es enteramente mío?

 

1.                  El cuerpo tiene derechos. Los derechos del cuerpo.

 

 

 

Los derechos del cuerpo están arraigados en los principios más básicos de los derechos humanos. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos se reconocen una serie de derechos básicos que tienen que ver con la relación con nuestro cuerpo, como son el derecho a la vida, a la salud, a la libertad y seguridad personales... Derechos que se han extendido también a los derechos sexuales y reproductivos (derecho a la salud sexual y reproductiva, el derecho a la planificación familiar; el derecho a decidir el número de hijos y el espaciamiento de los nacimientos, el derecho a casarse y a constituir una familia, a no ser agredido sexualmente, derecho a la intimidad, etc.).

 

 

 

2.                  Responsabilidad en la disposición del propio cuerpo.

 

 

 

Si el cuerpo es «mío» ¿tenemos algún nivel de responsabilidad sobre nuestro cuerpo?

 

La forma más inmediata de responsabilidad hacia nuestro cuerpo es el mantenimiento de su salud. Sin embargo, nos encontramos cada vez con más frecuencia con conductas autodestructivas. ¿Deben estar aquí los límites del ejercicio de la libertad individual? ¿En qué limite debe intervenir el Estado para impedir las conductas autodestructivas de sus ciudadanos?

 

El consumo de drogas o la restricción de comida propia de los trastornos de la alimentación son dos tipos de conductas de las que atentan contra la salud del cuerpo. Las formas de ocio y los cánones estéticos imperantes en nuestra cultura hacen que sea difícil escapar de estas prácticas.

 

En el ámbito de la sexualidad hay conductas que tienen que ver con el uso responsable de nuestro cuerpo, sobre todo, en lo referente al uso de métodos anticonceptivos para evitar embarazos no deseados o el contagio de enfermedades de transmisión sexual.» (Ética, 4º, Ed. Eikasía, tema 4, adaptación SSC)

 

CUESTIONES:

 

 

 

1) Subraya los términos que desconozcas. Después, sintetiza la idea más importante que creas que quiere transmitirse en este texto.

 

 

 

2) ¿Qué razones defendibles pueden encontrarse para voluntariamente a) comer en exceso, hasta la gula, b) comer insuficientemente, hasta la bulimia? Razónalo en cada caso.

 

 

 

3) ¿A qué edad se adquiere autonomía para ponerse un piercing o un tatuaje? ¿Por qué?

 

 

 

4) Define primero lo crees que es una conducta ética. Después razona lo siguiente: si actuamos éticamente, dónde tenemos que poner los límites para emborracharnos o drogarnos.

 

 

 

I. El hedonismo: una teoría sobre los placeres

 

 

 

El hedonismo aparece como una teoría filosófica que defiende que existen dos polos elementales y básicos que gobiernan nuestra actividad: el dolor y el placer. Y en consecuencia, lo que todo ser humano ha de buscar es el placer y lo que ha de rehuir es el dolor. Esta postura se desarrolló en la Grecia clásica, en tiempos de Sócrates, entre los cirenaicos, que llegaron a defender que el fin supremo a alcanzar es la felicidad (eudaimonía) entendida como una vida de placer. Pero el hedonismo se desarrolló y se matizó en las teorías de Epicuro, superando el hedonismo vulgar de los cirenaicos, y estableciendo un modelo –el «hedonismo epicúreo»– mucho más consistente.

 

Epicuro de Samos (341-270) planteó que para alcanzar una vida feliz (eudaimonía) había que lograr una tranquilad psíquica que llamaba ataraxia (imperturbabilidad de ánimo), que exigía previamente un autogobierno (autarquía) que además de perseguir la ausencia de dolor corporal (aponía) debía completarse con la liberación de los miedos psicológicos. Para ello propuso un cuádruple remedio (tetrafármaco) o medicina del alma: 1) vencer el temor a los dioses («su existencia, si existen, no influye en los mortales»). 2) Superar el miedo a la muerte («porque cuando se está vivo la muerte no nos afecta, y cuando hemos muerto, tampoco, porque ya no somos: no hay “más allá”»). 3) Liberarse de la falsa idea del destino, que atenaza y amenaza al hombre: contra el fatalismo (fatum o destino) griego, los epicúreos eran defensores de la libertad humana. 4) Aprender a llevar, mediante el ejercicio de buenas costumbres, una vida con el mínimo dolor y el placer conveniente. Por tanto, superados los miedos que nos quitan libertad y nos causan dolor, la felicidad se alcanza a través de un gobierno de nosotros mismos basado en la prudencia (phrónesis). Epicuro establece una clasificación para ayudar a dirigir sabiamente esta prudencia: a) hay deseos naturales y necesarios, que han de satisfacerse. b) Hay deseos naturales pero no necesarios, que han de limitarse, para no depender de ellos y para evitar que el placer más próximo nos traiga un dolor mayor posterior. c) Hay deseos que no son ni naturales ni necesarios, que son fuente de dolor y que han de evitarse siempre.

 

Los epicúreos dan una gran importancia a la amistad y a la vida retirada en comunidad en el «Jardín» (o huerto) rehuyendo las molestias que proceden de la vida política.

 

Texto. Texto de Epicuro:

 

 

 

«Según las ganancias y los perjuicios hay que juzgar sobre el placer y el dolor, porque algunas veces el bien se torna en mal, y otras veces el mal es un bien.

 

La autarquía la tenemos por un gran bien, no porque debamos siempre conformarnos con poco, sino para que, si no tenemos mucho, con este poco nos baste, pues estamos convencidos de que de la abundancia gozan con mayor dulzura aquellos que mínimamente la necesitan, y que todo lo que la naturaleza reclama es fácil de obtener, y difícil lo que representa un capricho.

 

Los alimentos frugales proporcionan el mismo placer que los exquisitos, cuando satisfacen el dolor que su falta nos causa, y el pan y el agua son motivo de mayor placer cuando de ellos se alimenta quien tiene necesidad.

 

Estar acostumbrados a una comida frugal y sin complicaciones es saludable, y ayuda a que el hombre sea diligente en las ocupaciones de la vida; y, si de modo intermitente participamos de una vida más lujosa, nuestra disposición frente a esta clase de vida es mejor y nos mostramos menos temerosos respecto a la suerte.

 

Cuando decimos que el placer es la única finalidad, no nos referimos a los placeres de los disolutos y crápulas, como afirman algunos que desconocen nuestra doctrina o no están de acuerdo con ella o la interpretan mal, sino al hecho de no sentir dolor en el cuerpo ni turbación en el alma…» (EPICURO: Carta a Meneceo, 130-132)

 

EJ.2. Ejercicio sobre el hedonismo:

 

1) Haz un esquema que contenga bien toda la doctrina epicúrea.

 

2) ¿Por qué el epicureísmo no es un hedonismo vulgar? Documéntalo.

 

3) ¿Qué te parece razonable defender de esta teoría? Justifícalo.

 

4) ¿Qué puntos flojos le encuentras? Razónalo.

 

 

 

II. ¿Cómo alcanzar el equilibrio personal o cómo alcanzar la prudencia?

 

En el campo de la ética, de la moral y de la política estamos siempre sometidos a que se nos pida responsabilidades por nuestras acciones u omisiones.

 

 

 

El equilibrio personal parece que habría que alcanzarlo con una acertada síntesis entre nuestro «ego actual» y las responsabilidades éticas que nos vienen dadas en la vida social, privada y pública. En segundo lugar por la recta coordinación de ese equilibrio personal con las normas políticas en las que estamos viviendo, en tanto ciudadanos. Y, finalmente, por la óptima articulación de ese equilibrio personal y ciudadano con una realidad en perpetuo cambio que nos obliga a elegir entre opciones que pueden ser más o menos justas o injustas.

 

 

 

¿Pero qué significa todo esto? ¿Cómo se concreta ese equilibrio, esa responsabilidad, esa coordinación de factores, esa articulación optimizadora? No hay otra forma de desarrollar nuestro equilibrio personal que conociéndonos a nosotros mismos y conociendo el mundo donde vivimos para, por ensayo y error racional, desarrollar nuestra prudencia o saber hacer del mismo modo que se desarrolla un músculo y, así, crear hábitos que nos sirvan de apoyo para no tener que estar partiendo siempre de cero. El estudio de nuestra vertiente ética, moral y política nos ayuda a todo ello.

 

 

 

La ética, la moral y la política comparten muchos aspectos, sin embargo cabe establecer una distinción entre estas tres vertientes, distinción que muchas veces podrá ser muy útil para abordar bien o solucionar más correctamente un problema.

 

 

 

II.1. La teoría E-P-M. La diferencia entre ética, política y moral

 

El ser humano vive en un mundo triple: 1) se relaciona con cosas, 2) relaciones interpersonales y 3) relaciones con estructuras abstractas de la realidad (concepto de triángulo rectángulo o idea de justicia…), y entre ellas los valores.

 

 

 

Los valores pueden ser de muchos tipos: útiles, económicos, estéticos, vitales…, que se inscriben sobre cosas (cuchara, moneda, monumento, número de hematíes…) Hay, además, un tipo específico de valores, que se inscriben en las propias relaciones humanas,  haciendo que estas relaciones pasen a ser ellas mismas buenas o malas, en dos planos: 1º) en tanto que se toman como “cosas” humanas (cuidar de la salud, alimentación, buen humor…) gobernadas por la conveniencia y 2º) en tanto que se toman como relaciones humanas, donde sus conductas, para ser buenas, han de estar gobernadas por el deber.

 

Cabe distinguir entre el “deber hacer” (respetar un semáforo en rojo) y el “deber ser” (no mentir, no matar, no provocar injusticias…). El imperativo del “deber ser” es más exigente que el del “deber hacer”; éste admite excepciones de contexto (puedo cruzar un semáforo en rojo en una ciudad desierta) mientras que el “deber ser” solo puede ser relativizado cuando varios valores de “deber ser” entran en contradicción entre sí y debo entonces infringir uno y elegir otro (no debo mentir al enfermo pero también tengo que promover su salud o bienestar: quizá deba elegir mentirle…).

 

El conjunto de las relaciones humanas gobernadas por el deber (“deber hacer” y fundamentalmente “deber ser”) son relaciones: o éticas o morales o políticas o un entreverado de estas (e-m, e-p, p-m, e-p-m). Pero ¿qué diferencia hay entre la ética, la política y la moral?

 

El término política etimológicamente procede del griego polis (ciudad, ciudad-Estado). Las relaciones políticas están gobernadas por un valor supremo: la eutaxia o “buen orden” global de la sociedad política (estabilidad del Estado, funcionamiento de las instituciones…). Un Estado que degenere o se desestabilice se va convirtiendo en distáxico. También pueden degenerar las relaciones entre los estados. Los actores de las relaciones políticas son el Estado (representantes legítimos) y la sociedad civil o ciudadanos (soberanía).

 

Etimológicamente ética procede del griego ethos: carácter o forma de ser. La ética tiene que ver con las relaciones interpersonales en las que todos los seres humanos dentro de un grupo (familia, amigos, instituto, conjunto de personas… y, en abstracto, “humanidad”) tienen el mismo valor (son iguales) respecto a unos determinados fines o valores: fundamentalmente, el valor de la vida, de la “buena vida” y de la “vida buena”. De aquí surge el “derecho” a la felicidad (placeres, bienestar, equilibrio…) y el deber de la virtud, que incluye todas las posibles virtudes: fortaleza, generosidad, templanza, prudencia, veracidad, honradez, rebeldía con causa, justicia interpersonal, libertad, igualdad, solidaridad...). Los protagonistas son las personas («distributivas»: responsabilidad individual).

 

Etimológicamente moral viene del latín mos-moris (en plural: mores), costumbres. La moral tiene que ver con las relaciones humanas que se dan entre las personas: 1) en tanto que forman parte de grupos (católicos, islámicos, ateos, de izquierdas, de derechas, ecologistas… y también: asociaciones de vecinos, grupos culturales, grupos étnicos, de edad, de costumbres…) o 2) en tanto que las relaciones interpersonales están atravesadas por ideologías. La actividad moral está guiada por los intereses de un “grupo” y, a la vez, por las virtudes propias de la ética. El conflicto entre estos intereses y las virtudes solo cabe ser solucionado a través de la idea de justicia (justicia social). La justicia viene dada, de arriba abajo, por el cumplimiento de las leyes (en el contexto de la relación del Estado y de los grupos humanos en conflicto) y de su continuo arbitraje, pero, de abajo arriba, por la lucha personal y grupal a favor del incremento de la justicia. Los protagonistas son las personas («atributivas»: en grupo: responsabilidad grupal e individual).

 

EJ.3. Ejercicio sobre la teoría E-P-M:

 

  1. Define el concepto de ética, en el contexto de la teoría E-P-M.
  2. Define el concepto de moral, en el contexto de la teoría E-P-M.
  3. Define el concepto de eutaxia, en el contexto de la teoría E-P-M.
  4. ¿El conflicto entre los valores surge de deficiencias humanas o de la misma complejidad de las relaciones humanas? Justifica la respuesta.

 

 

 

III. Una teoría sobre el desarrollo ético-moral. Las etapas de la maduración ética según Kohlberg (1927-1987)

 

 

 

Kohlberg, basándose en los estudios de Piaget sobre la maduración de las estructuras psicológicas desde el nacimiento de las personas hasta su madurez, desarrolló un estudio experimental con niños, jóvenes y adultos a los que sometió a la solución de múltiples dilemas ético-morales, llegando a la conclusión de que el ser humano evoluciona a través de tres etapas:

 

1ª) La preconvencional, en la que se obra en función de la obediencia por miedo al castigo (estadio 1), o porque sirve a las necesidades del yo desde una perspectiva en donde los valores son relativos (estadio 2). Así pues, en el estadio 1: no existen los valores e-m (sí otros valores); y en el estadio 2: empiezan a existir los valores e-m, pero sólo los relacionados con las propias necesidades. En la etapa preconvencinal no hay valores e-m, en sentido pleno, porque no se aplican socialmente, aunque sí empiezan a existir ligados al egoísmo.

 

2ª) La convencional, en la que se tiende a la aprobación y al agrado de los demás (estadio 3), y a mantener y respetar las normas sociales porque vienen impuestas por una autoridad (estadio 4). Así pues, en el estadio 3 se amplían los valores y, además de las propias necesidades se incluyen las que implican la aprobación de los demás; y en el estadio 4, los valores madurarán desde la escala subjetiva en que se movían hasta una escala objetiva: normas que le son por su carácter de imposición. En la etapa convencional ya hay valores e-m propiamente constituidos y tienen radio social, pero sólo son de carácter simple o básicos, no completos.

 

3ª) La postconvencional, en la que el deber surge del contrato, del consenso y del juego de derechos comunes (estadio 5), y aparece la conciencia de principios lógicos universales que se imponen incluso sobre las normas consensuadas del orden social establecido llegado el caso (estadio 6). Así pues, en el estadio 5 los valores e-m surgen más allá de la imposición en un contexto estrictamente social; y en el estadio 6, se vuelven totalmente valores e-m completos, porque la nota distintiva es que se aplican de forma universal, a todo ser humano, más allá del contexto grupal o político-moral; por eso, pueden ir contra los valores de nivel 5, cuando, siendo precisa la universalidad, ésta se contraviene. En la etapa postconvencional los valores son ya de carácter completo, aplicados a grupos determinados (estadio 5) o a toda la humanidad (nivel 6).

 

Muchos sujetos y, en particular, en algunas culturas concretas, no alcanzarían el último estadio, que sería el más maduro. Según esta perspectiva evolutiva, habría unas estructuras (formales) psicológicas en todo ser humano, que serían las responsables de su conducta ético-moral.

 

EJ.4. Ejercicio sobre las etapas de Kohlberg:

 

1. Haz un esquema con los seis estadios y las tres etapas, apuntando la idea o concepto central.

 

2. Las conductas primitivas, la alienación mental, el lavado de cerebro, el fanatismo y las conductas sectarias pueden interpretarse como un estancamiento o retroceso a algún estadio de la teoría de Kohlberg que debería estar ya superado. Trata de establecer una correlación entre ello.

 

3. Define lo que pueda significar la «autonomía» ético-moral valiéndote de la teoría de Kohlberg, de la teoría E-P-M y de las formas de conducta anómalas que hemos visto. Puedes tratar de establecer una especie de teoría propia.

 

 

 

IV.  La desigualdad entre varones y mujeres

 

 

 

Texto. Sexualidad y cultura

 

«La sociedad enfatiza qué es ser mujer u hombre. El concepto de género, muy en boga en los últimos años, no es otra cosa que el conjunto de atribuciones que la cultura ha ido haciendo a la realidad mujer-hombre. De esa forma el peso de la cultura respecto al género cae sobre el bebé, el cual deberá comportarse tal y como se espera de él o de ella según sea el resultado de su sexuación biológica.

 

La cultura occidental es altamente intransigente con la variabilidad sexual. ¿Qué significa ser mujer u hombre? La referencia se halla en los tipos sexuales fuertemente estereotipados.

 

Ser mujer es tener un cuerpo determinado que corresponda al canon de belleza establecido y comportarse como se espera de ella: debe ser afectiva, dependiente, sensible, cuidadora, interesada por el bienestar de los demás, le deben atraer los hombres y debe sentirse deseada por ellos.

 

Ser hombre significa tener un cuerpo determinado que corresponda al tipo masculino y también debe comportarse como se espera de él: seguro, emprendedor, duro, activo, independiente, agresivo, le deben atraer las mujeres y debe sentirse deseado por ellas.

 

Cualquier desviación de lo esperado hace inmediatamente dudar de la integridad sexual de esa persona. ¿Se acepta sin reservas a una mujer de complexión fuerte, segura, agresiva, dependiente, dura, emprendedora, que no muestre interés por los hombres? ¿Se acepta sin reservas a un hombre aparentemente débil, sumiso, sensible, dependiente, interesado por el cuidado de los demás, que se identifique con algunos aspectos femeninos? Probablemente no. Sin embargo, desde nuestro punto de vista, el contexto social es una potente referencia en el desarrollo de la sexualidad, que puede interferirlo seriamente.» (GÓMEZ-ZAPIAIN, J., 2003)

 

 

 

EJ.5. Ejercicio sobre sexualidad, cultura y desigualdades hombre/mujer

 

 

 

            1) Resume en pocas líneas el contenido del texto.

 

2) ¿Qué ocurre cuando una mujer y un hombre no cumplen con lo que se espera de ellos en función de su género? ¿Cómo se les califica?

 

3) Elabora una breve teoría sobre en qué habría que ser distintos y en qué iguales.

 

 

 

IV. 1. La discriminación

 

En sentido general, discriminar significa distinguir, separar, diferenciar una cosa de otra. Es una actividad intelectual que los humanos realizamos necesariamente y de forma continua a lo largo de nuestra existencia.

 

 

 

Es correcto discriminar los que es distinto o diferente, en tanto que lo es, porque la misma experiencia y razón nos lleva a ello. Ahora bien, cuando determinadas discriminaciones atentan contra los derechos éticos de las personas, entonces esos comportamientos pasan a ser injustos, como cuando se da a una persona o colectividad un trato de inferioridad, por motivos raciales –en el racismo–, por ser de otro lugar y de otra cultura –en la xenofobia–, por ser pobre –en la aporofobia– o de una clase social desfavorecida, o por motivos políticos, religiosos y culturales en general.

 

 

 

¿Por qué son injustas estas discriminaciones? Son injustas porque confunde dos planos muy diferentes: los posibles problemas de convivencia se confunden con los derechos éticos que cada persona tiene individualmente y que no pueden serle sustraídos sin atentar contra su dignidad como persona. Los problemas que puedan suscitarse realmente surgidos por diferencias culturales reales habrá que canalizarlos racionalmente mediante medidas políticas correctas y mediante una educación moral de la ciudadanía tendente a conocer las dimensiones verdaderas del problema y sus vías de solución. Pero las conductas primitivas que tienden a desembarazarse de lo que ven como un problema por la vía de la violencia activa o pasiva, es decir discriminando éticamente, pasan a considerar y a tratar a determinadas personas como inferiores en sí mismas consideradas, lo que contraviene un principio universal de la ética: el plano de igualdad ético en el que todos los seres humanos se encuentran.

 

 

 

La discriminación se da siempre que una persona es tratada de forma diferente a los demás debido a su pertenencia a alguna clase, a un género, a una situación dada y no debido a su conducta. Por ejemplo, cuando a una persona no le permiten la entrada a un local porque es negra, le pagan menos salario porque es mujer, o no le alquilan una vivienda porque es inmigrante. La discriminación puede venir impuesta por las leyes nacionales: en el régimen de apartheid de Sudáfrica estuvieron prohibidos por ley los matrimonios mixtos, en Afganistán las mujeres tenían la obligación de vestir el tradicional «burka», en nuestro país hasta 1975 las mujeres casadas no podían trabajar, ni abrir una cuenta bancaria, ni obtener el carnet de conducir, sin el permiso de su marido.

 

 

 

Ocurre con frecuencia, sin embargo, que las leyes prohíben la discriminación y sin embargo la sociedad sigue practicándola. Así, en España, la Constitución vigente, en su artículo 14, establece que todos los españoles tienen los mismos derechos sin distinción de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquiera otra condición o circunstancia personal o social.

 

 

 

La realidad cotidiana pone de manifiesto que la igualdad real aún no se ha conseguido: según datos recientes contrastados existe una discriminación salarial por sexo en España y en Europa. En otras culturas y en otras latitudes la discriminación hombre/mujer es mucho más visible aún. El siglo XXI tiene este reto ético, pero también moral y político –en la medida en que también depende de la cultura, de la religión y de los Estados– después de que en el siglo XX se empezara el proceso de igualdad real entre los hombres y las mujeres.

 

 

 

En la lucha contra la discriminación con el objetivo de conseguir una sociedad más justa debe intervenir el Estado, promulgando leyes que garanticen la igualdad; las Organizaciones No Gubernamentales, denunciando conductas o normas discriminatorias y apoyando a las minorías; y los ciudadanos, evitándola y poniéndose al lado de los discriminados.

 

 

 

IV.1.1 La discriminación positiva

 

Una de las formas propuestas para acabar con determinados tipos de discriminación es la de efectuar provisionalmente una «discriminación positiva», es decir, dar un trato favorable a los que pertenecen a un colectivo tradicionalmente discriminado. Por ejemplo, entre dos personas de distinto sexo candidatas a un puesto de trabajo lo tradicional fue, a igualdad de méritos, elegir al varón. La discriminación positiva establecería la obligación de unas proporciones mínimas que ayuden a tender a la igualdad deseada.

 

IV.2. El amor

 

 

 

Platón (s. V-IV a.C.) definió el amor como una fuerza o impulso («eros») hacia las formas bellas, que irían desde las figuras, los cuerpos y las personas hasta las bellas ideas (en este sentido, la filosofía sería un amor a las bellas ideas).

 

 

 

Spinoza (s. XVII) definió también muy bellamente el amor, cuando dijo que es una afección que nos transmite alegría y que al mismo tiempo nos hace crecer en nuestro ser. En este sentido, el amor tiene como afección contraria al odio, que nos hace decrecer en nuestro ser trasmitiéndonos tristeza.

 

 

 

El amor implica desear bien a alguien o a algo. En términos generales puede definirse el amor, además, como una afección positiva surgida de una relación en la que algo pasa a tener un valor positivo al que aspiro o que quiero apropiarme o retener. Es, por tanto, un deseo de posesión. Pero no es una posesión sin más, sino un afecto de apego muy fuerte a algo que tiene la cualidad de transmitir alegría a quien lo posee, es decir que tiene la potencia de hacerle crecer en su ser, por el hecho de la copresencia, de la posesión o del contacto mutuo. Aunque hay que añadir que esa alegría transmitida por el amor puede ser verdadera alegría o pseudoalegría. Es verdadera alegría cuando conecta fácilmente con otras virtudes; es pseudoalegría cuando en realidad conecta con vicios, defectos o debilidades. Más temprano que tarde esta pseudoalegría se convierte claramente en tristeza.

 

 

 

El amor es un sentimiento muy distinto según los planos en que se dé. Es a veces muy engañoso hablar del amor en singular, porque en realidad hay múltiples formas de amor. Podría hablarse de niveles de amor, unos más básicos y elementales, ligados a nuestros resortes biológicos, como son el amor etológico (sexual y pulsional), el amor erótico (sexual, estético y con exigencia de reciprocidad), el amor platónico (sexual, estético y sin reciprocidad efectiva).

 

 

 

Cabe hablar también de amor estético, es decir de valoración positiva de múltiples sensaciones y afectos que nos causan bienestar o gozo (la belleza, las cosasy fenómenos con los que nos congraciamos). Conectados a estos valores estéticos se dan estos otros: un amor a las cosas (posesión), ligado a nuestras necesidades o costumbres o también a un afán de prestigio.

 

 

 

En otro nivel, aunque no necesariamente desconectados de los anteriores, aparecen tipos de amor ligados a nuestras relaciones con las cosas (o con «personas-objeto») y los númenes: guiados por algún tipo de atracción, «atadura» o religación. Son valores que conectan las cosas y las personas: un amor supersticioso y mágico (a los fetiches y amuletos), cuando atribuimos a las cosas o a ciertos fenómenos valores propios de las personas; un amor a los animales (en cuanto se le atribuyen cualidades propias de las personas), y a las personas consideradas como «objetos», como la mitificación de los famosos (con los que no mantenemos relaciones interpersonales genuinas). También valores que conectan a las personas con un «fenómeno divino»: un amor religioso (amor a Dios o a los dioses o divinidades), cuando atribuimos a una entidad «divina» (con inteligencia y voluntad) el poder de mantener relaciones interpersonales con nosotros.

 

 

 

Finalmente, el amor que conecta a personas con personas: un amor político-moral (a la patria, a la tierra, a las costumbres sociales propias); un amor ético (el amor al prójimo o la solidaridad con quien sufre o la simpatía por el género humano) y un amor ético-moral (a los valores, a los principios, al sentido del deber).

 

 

 

El amor ético contiene el amor a los demás y el amor a sí mismo, que puede este último ir desde el orgullo propio y la autoestima a la vanidad y al apego a las propias manías, y que puede degenerar en egocentrismo y en egolatría. El amor ético, moral y político pueden estar dirigidos por el deber-ser, y, entonces, es una virtud. Por la misma razón, puede convertirse en un vicio, en cuanto el deber-ser queda irrealizado.

 

 

 

El amor erótico transita entre el amor etológico (las pulsiones sexuales) y el amor ético. Pero hay amores éticos que no se mezclan con la pasión sexual, como el amor paterno-filial o el de la amistad. El amor político-moral y el amor a las cosas tienen que ver con la afección del apego. Amo ciertas cosas porque son costumbres, aficiones, dependencias o inclinaciones muy internalizadas en las estructuras de mi ego; las amo, porque sin ellas me faltaría algo, ahora bien esas cosas no interactúan ellas por sí mismas conmigo. En el amor erótico también se genera apego pero la interacción recíproca es fundamental y el desequilibrio posible es mucho más delicado y real.

 

 

 

Toda actividad o actitud amorosa que desencadena acciones virtuosas (valiosas) o, al contrario, que degenera en vicio, lo es en cuanto se convierte o se mezcla con el amor ético o ético-moral.

 

 

 

El amor erótico se mueve dentro de una alegría muy dependiente del objeto amado, por lo que con mucha facilidad se transita a la afección contraria, la tristeza. Una forma  común de tristeza amorosa son los celos.

 

 

 

Cuando el amor etológico o erótico de una pareja de amantes no tiene suficiente colorido ético o ético-moral, es decir, cuando esas persona además de amarse sexualmente no se respetan y se aprecian como personas, entonces, ante las crisis de celos o ante la ruptura unilateral puede desencadenarse una reacción en la línea de la afección predominante, de modo que si es el amor etológico lo que predomina, que consiste fundamentalmente en la pasión por poseer y dominar al objeto amoroso, entonces, decimos, ante el temor de perder ese objeto de amor se puede desencadenar una reacción etológica de venganza y desesperación, que lleva a matar a los seres más queridos y a uno mismo.

 

 

 

El maltrato a la pareja y los celos patológicos son la consecuencia de una personalidad con un perfil ético débil, cuando no consecuencia directa de alguna patología psicológica.

 

 

 

 

 

EJ.6. Ejercicio sobre discriminación hombre/mujer y sobre el amor.

 

 

 

1) ¿Te parece una medida adecuada y eficaz la «discriminación positiva» para evitar la discriminación? Razona tu respuesta.

 

2) Elabora una propuesta sobre la rectificación de la discriminación hombre/mujer a largo alcance o sobre una alternativa a corto plazo.

 

3) Haz un esquema de los tipos de amor de que se habla.

 

4) ¿Por qué crees que quien «ama» llega a veces a dar su vida por el ser amado y otras veces es capaz de quitarle la vida? ¿Por qué en el amor los extremos se juntan?

 

5)m ¿Cuál crees que son las causas que llevan a muchos hombres a maltratar a su mujer (y, en mucha menor medida, algunas mujeres a sus hombres)? Elabora una teoría creíble y razonada. (Parte de las ideas del texto «Sexualidad y Cultura» y de los contenidos del tema).

 

Ejercicio 7. Global. Extraer en el cuaderno los resúmenes y datos oportunos sobre:

 

Conceptos que han de ser definidos y que han de saber aplicarse: libertad, responsabilidad, dignidad humana. Identidad personal. Agresividad y violencia. Equilibrio personal: racionalidad, inteligencia, sentimientos y emociones. Hedonismo. Epicureísmo. Felicidad. Autarquía. Tetrafármaco. Prudencia. Ética. Moral. Política. Eutaxia. Justicia. Etapa preconvencional. Etapa convencional. Etapa postconvencional.

 

 

 

Igualdad. Discriminación. Discriminación positiva. Racismo. Xenofobia. Género, sexo y sexualidad. Amor. Afecto. Razón. Pasión. Maltrato. Tipos de amor.

 

2. Autores que hay que conocer: Epicuro. Kohlberg. Baruch Spinoza. Platón.

 

Temporalización y cadencia. Ritmo de trabajo para el tema I: total 13 días. Septiembre y octubre.

 

Prueba escrita: Test y Examen (sobre conceptos, autores y temáticas similares a los ejercicios).